Adentrarse en el mundo de la investigación requiere constancia y disciplina para poner en práctica los saberes y habilidades con los que se cuenta, darle el uso adecuado a cada aparato e instrumento que se requiere en cada proceso, ensayar una y otra vez, y todas las veces que sean necesarias, hasta lograr los resultados esperados, anotar y fundamentar cada paso que empleamos y, cuando creemos que estamos listos, presentar los resultados a la comunidad científica. Así es tanto en el mundo de la biología como en otras ciencias.
Por ello, el alumno, desde un enfoque socioconstructivista de las competencias, deberá integrar los diversos conocimientos tanto de física, química, matemáticas y otros saberes con los del mundo de la biología para demostrar su capacidad de resolver los problemas que se le presenten en cualquier momento en su vida cotidiana.
Para ello, el alumno debe tener muy presente los conocimientos básicos sobre cualquier ser vivo que habita la Tierra, que puede estar formado a partir de una simple célula hasta millones de ellas; acerca de la constitución de cada una éstas por diversos elementos químicos y organelos, de dónde cada uno realiza una función muy importante para su existencia. No basta conocer cómo es su propio funcionamiento, sino se tiene que ir más allá, conocer el mundo que los rodea, su origen, diversidad, evolución, su forma de reproducción, la obtención y transformación de los nutrientes, y todo lo que los conlleva a alterar su ciclo de vida.
Por eso se requiere que el estudiante se enfrente a la situación y, en el lugar mismo, reconstruya el conocimiento, proponga una solución o tome decisiones en torno a posibles cursos de acción, de manera reflexiva y teniendo presente aquello que da sustento a su forma de actuar ante ella.
Así la competencia es mostrada cuando el individuo identifica, selecciona, coordina y moviliza, de manera articulada e interrelacionada, un conjunto de saberes diversos en el marco de una situación educativa dentro de un contexto específico.